Viaje literario a Marrakech

En la segunda sesión de la CaPIU, Tulio Hernández y Óscar Lucien compartieron anécdotas e imágenes de su viaje a Marrakech, de la mano de Elías Canetti y su obra sobre esta enigmática ciudad.

POR: Fundación para la Cultura Urbana

La Cátedra Permanente de Imágenes Urbanas (CaPIU) tuvo la segunda sesión del ciclo Ciudades de autor: cuatro maneras de escribir sobre ciudades el pasado 5 de febrero. En esa oportunidad, el viaje literario fue a una de las ciudades más importantes y enigmáticas de Marruecos, junto al libro Las voces de Marrakech, de Elías Canetti.

Tulio Hernández, director y fundador de la CaPIU, fue el guía de esta excursión. Luego de la presentación de rigor por parte de Diajanida Hernández, gerente general de la Fundación para la Cultura Urbana, fue compartido un video con música marroquí e imágenes de Marrakech: “Estos videos que acabamos de ver son un abreboca para crear un poco la atmósfera de ese lugar, básicamente de la Medina. Y fueron hechos a partir de la fotografía de Óscar Lucien, con quien hice un viaje a Marrakech y con quien vamos a tener hoy oportunidad de conversar, porque lo hemos invitado para que nos muestre con más detalle la producción fotográfica que hizo y para compartir sus apreciaciones sobre lo que significa la mirada con la que él se acercó a sus objetivos fotográficos allá en Marruecos”.

Elías Canetti: un constante viajero

El acercamiento de Tulio Hernández a la obra de Canetti se remonta a su época de estudiante de Sociología de la Universidad Central de Venezuela, gracias a la influencia del antropólogo y poeta Alfredo Chacón, quien sostenía que “alguien que está interesado en el tema de la cultura, en el tema de las letras y en el tema de la lengua, sobre todo, tiene que leer a Canetti”.

Y como sucedió en la sesión anterior, en la que se destacó que la obra de Juan Rulfo estaba marcada por su condición de huérfano, habría que decir que la obra de Canetti está marcada por sus constantes mudanzas y por el manejo de varias lenguas.

“De esta vida nómada, de este asentarse en distintos países y ciudades nace lo que muchos estudiosos de Canetti consideran una cualidad particular, que es la de ser un gran oidor… y la condición de saber, escuchar y de mirar en los detalles de las personas, y en su habla, lo esencial de las cosas y de las palabras va a ser decisivo en su trabajo y, por supuesto, en Las voces de Marrakech”.

Un libro poco convencional

Para Tulio Hernández este es un libro de viajes poco convencional, que se construyó a partir de una serie de relatos breves, escenas o situaciones diversas. Sin embargo, el subtítulo del libro otorga una connotación particular acerca de la obra: Anotaciones después de un viaje.

“Canetti hizo un viaje en 1955, en el que formaba parte del equipo de una producción cinematográfica, pero publicó el libro 20 años después, en los que fue trabajando cuidadosamente con esa escritura delicada, milimétrica que él tenía… Si Rulfo inventó una comarca hecha de espectros, de ecos, de susurros, Canetti auscultó una ciudad, la trató de comprender con una mirada no turística y por eso este es un libro poblado de incidentes, de ciegos, de mendigos, de apariciones, de ocultamientos, de caballos, de camellos, de burros, de descripciones de calles laberínticas, de bazares y mercados, de azoteas y espacios públicos no geométricos”.

A partir de allí, Hernández describió brevemente algunos de los relatos del libro, con esa mirada peculiar del autor de describir una ciudad y una cultura desde lo cotidiano, incluso desde lo trágico. Títulos como “Encuentro con camellos”, “Las voces de los ciegos”, “La saliva del morabito”, “Casas silenciosas y azoteas vacías”, se suman a relatos sobre los zocos (mercadillos), sobre las maneras árabes de comprar y vender, sobre el arte del regateo, sobre burros, sobre sus visitas a barrios judíos y otros que considera imprescindibles si se desea conocer lo que más le llamaba la atención a Canetti, que tratan sobre los rituales sencillos y las apariciones extrañas.

Viaje a Marrakech

En el año 2010, Tulio Hernández visitó Marrakech junto a su amigo, el sociólogo, fotógrafo y cineasta, Óscar Lucien. Este viaje tuvo algunas peculiaridades: fue en el momento más inclemente del verano, con temperaturas que podían llegar a los 40º C, y en época del Ramadán, el tiempo sagrado de los que profesan la fe musulmana, un período de ayuno durante el día, pero que en las noches la ciudad cobraba una vida efervescente.

“Óscar iba con la intención precisa de tomar fotografías de aquella ciudad que, a pesar de estar relativamente cerca de España e Italia, en general de Europa, es un lugar remoto, fantástico, alucinante. Marcado por la presencia de una cultura nacional: la marroquí; una arquitectura de la tierra llena de tonos marrón, rojo, ocre; una religiosidad y unas vestimentas muy diferentes a las occidentales”.

Por su parte, el invitado en esta sesión, Óscar Lucien, comenzó indicando lo importante de compartir un viaje y los retos que ello supone, ya que los viajeros salen de sus espacios fundamentales, de su zona de confort y se enfrentan a una realidad distinta, a veces impredecible.

Luego, se pudo observar otra serie de imágenes captadas por Lucien de Marrakesh, quien agregó: “Es importante entender que la fotografía no es un registro mecánico de la realidad, sino que es una construcción social. Es la manera de construir una realidad… es decir, es una mirada sobre la realidad”.

Por ello, más allá de las capacidades técnicas o mecánicas de cualquier cámara es el ojo del fotógrafo el que construye esa aproximación a lo real, que también puede convertirse en un relato. Y, efectivamente, al apreciar estas imágenes, explicadas brevemente por Lucien, se puede construir una idea de cómo es ese lugar, cómo es la vida en él y de sus aspectos culturales y religiosos.

Marrakech: una ciudad de contrastes

De esa manera, entre fotos, citas del libro de Canetti y anécdotas de los viajeros, los asistentes a la sesión se aventuraron a conocer, desde la imagen y las palabras, una de las ciudades más fascinantes y enigmáticas de esa parte del mundo, que Tulio Hernández supo resumir: “Es una ciudad de contrastes. De las múltiples impresiones de Marrakech, apenas uno aterriza, queda deslumbrado por las edificaciones rojo-ocre, por las calles laberínticas donde es obligatorio extraviarse, por los jardines y patios internos de palacios y palacetes con sus fuentes sonoras de los riad, con los hombres rezando en las calles de toda la ciudad al unísono, con la pared montañosa nevada del Atlas, la inminencia de las dunas del Sahara, los valles y llanuras coloreadas y el palmeral, que es un bosque que visitamos lleno de palmeras y piso desértico, y los bosques de cedros que rodean la ciudad que visitamos Óscar y yo de la mano de Canetti, marcados por sus personajes e influenciados inevitable y absolutamente por su mirada literaria”.

Desde aquí pueden acceder al video con la segunda sesión de este ciclo, titulada Marrakech y Canetti: La ciudad laberíntica en un cuaderno de viajes (Las voces de Marrakech).

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