La cercanía entre Colombia y Venezuela no es solo geográfica, su gente y su cultura han viajado de un lado al otro de la frontera y se han instalado.
POR: Fundación para la Cultura Urbana
La sesión Colombia y Venezuela: un siglo de migraciones hermanas, llevada a cabo el pasado 19 de junio, fue la continuación de la segunda parte del ciclo Venezuela país de inmigrantes: gratitudes de ida y vuelta, de la Cátedra Permanente de Imágenes Urbanas (CaPIU), fundada y dirigida por el sociólogo Tulio Hernández, una serie de encuentros que se han hecho para hablar de nuestra relación con las distintas comunidades de inmigrantes que vinieron a nuestro país.
Tulio Hernández recordó el concepto o la intención de este ciclo: “Se llama Gratitudes de ida y vuelta porque hablamos de la gratitud que sentimos los venezolanos por todas las comunidades migratorias que han venido a hacernos mejor nuestra vida, a enriquecerla, a hacerla diversa, plural; y la gratitud que siempre han expresado en estas reuniones los migrantes por la manera como los ha recibido y tratado Venezuela”.
Este encuentro tuvo como invitados a la periodista venezolana Faitha Nahmens, autora del libro Colombia y Venezuela: 20 testimonios, publicado por la Fundación para la Cultura Urbana (FCU); y al músico, compositor y arreglista venezolano, nacido en Colombia, Ezequiel Serrano, productor musical de importantes artistas latinoamericanos y estudioso de la música popular urbana.
La migración colombiana a Venezuela se remonta a, por lo menos, un siglo atrás y ha sido producto de diversas circunstancias, tanto políticas como económicas, pero no se puede obviar el hecho de que es nuestra vecina: es en esencia la misma tierra.
A Ezequiel Serrano lo sacó de su ciudad natal, Bucaramanga, la posibilidad de venir a una ciudad como la Caracas de los años 70, explicó: “yo jamás hice conciencia de la condición de inmigrante, porque nunca me sentí como tal… y es que no hay nada más grato para un local, con respecto a un foráneo, que el foráneo se interese en su cultura, eso cambia todo… y mejor aún si le sumamos a eso la música, que es quizás la herramienta más importante a nivel mundial para lograr hibridaciones buenas”.
Serrano tiene en su haber profesional en Venezuela, entre muchas otras cosas, la creación de la Sección Rítmica de Caracas, con una influencia que permanece hasta hoy, y cuyo primer trabajo comercial fue el disco debut de Yordano, una de las producciones musicales más importantes del país; su participación con el grupo Medio Evo; y Barranco Mix. Fueron muchas las anécdotas musicales que contó este músico, historias que hermanan en el arte a Venezuela y Colombia: “el gran migrante no es la gente, es la música”, es una teoría compartida entre Tulio Hernández y Ezequiel Serrano, que han venido elaborando desde hace algunos años.
Por su parte, la intervención de Faitha Nahmens orbitó alrededor de las historias que encontró en el levantamiento del libro Colombia y Venezuela: 20 testimonios, en el que hay anécdotas en las que podemos reconocer la fraternidad entre ambos pueblos. Una de las historias que más le conmovió fue la de la periodista Mariahé Pabón, quien le contó las vicisitudes personales y episodios descarnados de la violencia en su país, que le impulsaron a venir a Venezuela. Además de otras historias que dieron cuenta de la visión positiva de esas veinte personas sobre la Venezuela que consiguieron y que los acogió. “Tenemos la misma historia, el mismo idioma, los mismos dioses, los mismos héroes… estamos unidos y, más bien, el movimiento de La Cosiata, llevado a cabo por Páez, lo que se hizo fue definir que somos hermanos, unos hermanos insoslayables”, dijo Nahmens.
Aquí puedes acceder al video completo de esta sesión.