«En falso»,
de Gabriela Kizer

Un libro sobre
la pertenencia

Presentamos el reciente título del convenio entre la editorial Visor y la FCU. Para hablar de «En falso», de Gabriela Kizer, estuvieron los escritores Luisa Castro, José Balza y Marina Gasparini Lagrange.

POR: Fundación para la Cultura Urbana

La Fundación para la Cultura Urbana (FCU) y la editorial Visor, de España, lograron materializar el cuarto título enmarcado en el convenio entre ambas organizaciones titulado En falso, un poemario escrito por Gabriela Kizer.

El primer libro de esta colección fue Antología poética, de Juan Sánchez Peláez; luego De la metáfora, fluida, de Verónica Jaffé; y El cangrejo ermitaño. Antología poética, de Arturo Gutiérrez Plaza.

Para presentar esta edición, se organizó un encuentro virtual, llevado a cabo el pasado 20 de abril, moderado por Marina Gasparini Lagrange, coordinadora editorial de este proyecto. También participaron la escritora española Luisa Castro, prologuista del libro, y el venezolano José Balza.

"En falso": un libro sobre la pertenencia

La presentación

En su introducción Gasparini expresó su alegría por «presentar el libro de Gabriela Kizer y estar junto a Luisa Castro, quien ha sido muy generosa desde el momento en que le solicité participar, al primer momento dijo: sí”.

Luisa Castro es una destacada poeta y novelista, ganadora del premio Rey Juan Carlos, en 1989; Premio Azorín, en 2001; premio Biblioteca Breve, en 2006. Actualmente, es directora del Instituto Cervantes en Burdeos.

“Gracias por esta invitación a acompañarles en esta presentación. La generosidad a la que se refiere Marina Gasparini no es tal, porque para una poeta descubrir otras poetas y otros poetas de los que aprender y con los que sentir y descubrir lenguajes nuevos es una ganancia. Así enfoqué la lectura de En falso, que es un libro con una voz totalmente sólida… pocas veces nos encontramos con obras tan coherentes. Es un libro de lo íntimo y lo personal, de lo confesional y lo mitológico, de lo social y lo poético: la palabra como salvación”.

Castro hizo un recorrido por la obra, desde diversos ángulos, y advirtió sobre la potencia poética que allí se encuentra y el valioso material que llega al lector.

El otro invitado fue José Balza, referencia literaria del país, quien previendo las dificultades de comunicación desde el Delta del Orinoco, donde vive, hizo llegar un video con sus palabras.

Sobre En falso, Balza indicó: “hay un amplio registro vital: la infancia, la juventud, la madurez, la realidad inmediata, los escondites de la psique, la transformación de lo común en signo indescifrable”.

"En falso": un libro sobre la pertenencia

José Balza durante la presentación del libro «En falso», de Gabriela Kizer

Balza compartió el resultado de una lectura profunda de la obra y sus implicaciones, lo digerido de una manera diáfana, simple. “El abandono, el desamor, el deseo cuentan cómo la incógnita ante los dioses que se plantea Kizer con grandes momentos en este libro… es una mixtura extraña de pérdida, amenaza y añoranza, pero también de irritada venganza, de rictus que parecen dibujar una sonrisa”.

Su intervención, extensa, profunda, reveló su compromiso con la lectura atenta, que se sumerge más allá de las palabras: “Poética: el súbito o prolongado suspenderse de la lucidez simple para captar en ella su abismo, su infinito. Una poética guarda a los dioses, pero estos no existen, eleva lo íntimo, o lo común y personal, a un estado nuevo, elimina la historia o la sintetiza, la hace ajena a la comunidad, en la escritura atraviesa y renueva las palabras y son estas las que necesitan acomodarse a la forma, verso, prosa, silencio; se impone la poética como una rara verdad y a ella nos ofrendamos totalmente”.

La autora

La fiesta por la presentación de En falso culminó con la participación de la propia autora: Gabriela Kizer, quien agradeció a todas las personas que junto a ella hicieron posible este poemario. También lo hizo con Luisa Castro y José Balza: “es un regalo que el libro haya podido dar con lectores como ustedes, que también me dan claves y aliento para volver una vez más sobre el trabajo, que a fin de cuentas es lo que importa”.

No es tan sencillo para el artista, en ocasiones, hablar sobre su propia obra, sin embargo Kizer supo sintetizar la intención de En falso: “Creo que este libro trata, sencillamente, de pertenencia, a la vida, al amor, a la muerte, a unos ancestros, a una lengua, a una ciudad, al tiempo de un país. Habla también de mi gratitud a la literatura, de mi diálogo con ella, de mi gratitud hacia la música y hacia el arte en su conjunto”.

"En falso": un libro sobre la pertenencia

Gabriela Kizer. Foto de Noel Cisneros.

La presentación de un poemario se enriquece cuando el propio autor comparte su obra, porque se tiene la oportunidad de apreciar el tono, los silencios y la voz que dieron forma a cada poema. En este caso, el primero que leyó Gabriela Kizer fue el que le dio título al libro: “En falso”, compuesto por siete fragmentos. Sin embargo, y en medio de la emoción que produjo esa primera lectura, la tarde de poesía se extendió con “Shabat”, “Tierra de gracia”, “Filiación” y el “El cubo roto”.

Este volumen se puede adquirir en librerías de España y a través de la página de la Editorial Visor. Actualmente, hay dos ejemplares en la sede de La Poeteca, en Caracas, y cuando lleguen los libros destinados a la venta en Venezuela lo anunciaremos por nuestras redes sociales.

Compartimos el video de esta presentación, para que tengan la oportunidad de disfrutar de la participación de ambos invitados y de los poemas en la voz de la propia Gabriela Kizer.

Prólogo del libro

A continuación compartimos el prólogo que hizo para esta obra la escritora española Luisa Castro.

Gabriela Kizer en verdad

El título de este libro de poemas En falso está bien puesto. No es otra la sensación que una tiene cuando se adentra en ellos, la de pisar un territorio movedizo, deslizante, y que sin embargo nos atrapa desde el primer momento. Nos atrapa porque perdemos pie, porque lo seguro empieza a tambalearse como ocurre cuando franqueamos una línea sagrada. El hechizo se deshace cuando sales de los poemas, pero la sensación de pérdida no desaparece, y quisieras volver a ellos, pero los poemas ya son otros, no se dejan manipular. Hay una poesía de la que se puede hablar, a la que se puede parafrasear, pero hay otra que solo puede explicarse desde dentro. Ocurre lo mismo con el misterio, aunque las palabras que lo nombren sean cotidianas.

Las cinco partes en que se organiza este libro dan cuenta de esa progresión, de lo sagrado a lo común, a lo corriente. Pero ¿qué es lo común? ¿Y cómo se organiza la lengua para reflejar esa dimensión sagrada de lo corriente? Gabriela Kizer nos invita a este viaje, nos embarca desde el principio en esa nave, la de Caronte, que parece llevarnos hacia el confín de la vida, y que es en el fondo un viaje iniciático hacia la memoria, hacia los primeros destellos de la memoria de un pueblo y de una familia. Primero, Gabriela Kizer nos acoge en un introito, un pórtico de una iglesia, y luego ya muy pronto van apareciendo las imágenes, la fragilidad de la vida, la visión de lo vivo como un estado peligroso, la niña que cae, que se pela las rodillas y descubre en esa sangre un mensaje de Dios. La eucaristía de las heridas infantiles, y beber esa sangre. La piedra lanzada al transporte escolar, y comprender más tarde el pronóstico y el mensaje. Gabriela Kizer escribe de la pulsión de lo mistérico y de la materia, que son lo mismo, y desde ahí emprende un viaje en dos direcciones opuestas que se encuentran al final del libro, cerrando un círculo precioso: el de la genealogía a través del padre, de la abuela, la niña. La ascendencia y la descendencia emprenden su viaje vertiginoso y opuesto hasta que ambas líneas convergen.

Pero en el comienzo hay una pregunta: “¿Quién nos da un rostro?”. Y una respuesta que viene del padre: “He soñado con una escritura sobre mi cuerpo cuyo sentido no comprendía”. La adolescencia, el asombro, la incógnita de las muchachas y el descubrimiento de Eros, la memoria de la ciudad, las promesas que se filtran a través de los delgados tabiques de los pisos. Es al final de esta primera parte del libro cuando Gabriela se interna ya en una nueva esfera. Los poemas van haciéndose más diáfanos, narrativos, los mensajes sellados se abren a la exploración de lo común. El conocimiento del amor cincuenta años después de haber iniciado el viaje, y entonces aparece en el libro otra voz potentísima, que es la misma pero ahora revestida de la desnudez de los clásicos, poetizando la realidad entre la ironía y el drama: “Océano y Tetis riñeron para toda la vida con el único fin de darle estabilidad al mundo. ¿Qué vas a pedir tú?”. Describe así Gabriela Kizer con exactitud la aceptación del tránsito, de la irrealidad de la vida y sus motivaciones inescrutables, las de esos “ríos en los que entramos y no entramos, y cómo somos y no somos los mismos”. O la única lección que nos enseña la pérdida, con su firme y su ineludible cómputo de desengaños: “Y no sabes cuánto lamento que este amor no te haya servido para vivir”.

Con esta primera lección, y a modo de carpetazo a los infinitos cuentos de la lechera, el libro se interna en una tercera parte compuesta por poemas en prosa a modo de luminosos ensayos. Ya no se trata de la vida, sino de cómo mirar la vida y cómo contarla, porque tal vez no exista otra cosa más cierta en el mundo: una poética. La serenidad y la inteligencia de la escritura de Gabriela Kizer se abren paso, y piensa sobre sí misma. Como desde una cima se ha investido ya con los atributos de la Hacedora, y es ella la que nos da lecciones, instrucciones de uso. Cómo tratar la fábula, la musa, la lengua, y ese poema de noble y profunda sabi-duría flamenca, cuando uno ya no busca la verdad sino que la lleva dentro, la ofrece como en un altar a través del baile, de la música, el escalofrío del arte. Ensaya también Gabriela Kizer en su “Filosofía de la composición” un bellísimo parágrafo sobre “El cuervo”, de Edgar Allan Poe, y empiezan a enumerarse los principios del arte: “Que el fin último de la poesía nada tiene que ver con la intoxicación del corazón. (…) Que el fin último de la poesía nada tiene que ver con la consecución de la verdad. (…) Que la contemplación de la belleza es el más intenso placer y nos hace derramar lágrimas”. O el aprendizaje de los orfanatos y la ausencia de amor a través de Coco Chanel y Marilyn Monroe. O ese poder inconmensurable de la vida frente al arte, expresado por Mark Strand. O de cómo un pelícano muere después de su impecable ejercicio de caza. Como el poeta, como el poema, ambos armados con doble anzuelo: uno para matar y otro para morir.

La cuarta parte de este libro es otra vez un retorno a la memoria, pero ahora el salto está tamizado por los signos de lo poético y se mueve hacia otra esfera. Ya no se trata de la memoria ancestral o íntima, que hemos dejado atrás, sino de la memoria social, de la violencia y el hambre y la indigencia de un país tomado por el ejército. Paco de Lucía recién muerto, el arte muerto y los corderos de José Agustín Goytisolo atacando a los lobos, como en el poema. O una visión de la triste Caracas por la que deambula una Naomi Campbell caribeña, prostituta hambrienta y ahíta de belleza entre el absurdo y la desesperanza. La perfección de esta parte, que actúa a modo de espejo entre el humor y la claridad, nos hace pensar si no es esta la verdadera caja negra del libro, desde donde nace y se organiza, la explosión germinal del arte como único refugio, como única salvación ante el dolor y ante el caos.

Y es así como el libro se cierra sobre sí mismo en la última y quinta parte, recogiendo velas y soltando amarras. En sus últimos poemas Gabriela Kizer, como si de una síntesis se  tratara, alcanza su propia transformación a través de la alquimia entre arte y vida, y se hace la pregunta fundacional del poeta y el historiador: ¿puede la palabra nombrar lo real? ¿O es solo ese intento, y esa impotencia, lo más cerca que estamos de nuestra naturaleza? Y es aquí, «En falso», en ese último poema que da título al libro En falso donde comprendemos que solo el tiempo trabaja sobre los rasgos de nuestro rostro. Y solo él puede hablarnos del misterio, y de la belleza.

Foto de portada: Vasco Szinetar.

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