RESEÑA

Oficio de lectores

Este libro de ensayos breves de Pedro Enrique Rodríguez, ganador del Premio Anual Transgenérico 2008, cumple 15 años de haber sido publicado

POR: Fundación para la Cultura Urbana

La lectura es un oficio detectivesco. En cada texto que leemos, y aunque este se resista a mostrarse tan fácilmente, siempre hay una pista que nos lleva a otra pista, un resquicio entre líneas que nos permite ver más allá para comprender una imagen, un párrafo, un dato singular que despierta la curiosidad de quien lee, para poder así resolver el misterio que guarda el pequeño universo que es ese libro al que nos entregamos. Entonces, es prudente decir que, si la lectura es un oficio detectivesco, el lector es un detective que busca revelar, y revelarse, en cada cosa que lee. Esta es la premisa que propone Pedro Enrique Rodríguez en Oficio de lectores. Textos de detectivismo literario y especulaciones narrativas, ganador en 2008 del Premio Anual Transgenérico que promueve la Fundación para la Cultura Urbana.

En cada una de las 38 entradas que integran este libro, la imaginación es la herramienta más potente para poder explicar cómo un lector decodifica una historia, la lee desde un punto de vista racional, la imagina desde donde él pudo haberla hecho (el lector como un escritor de lo escrito, como un intérprete de lo narrado), trastocando su realidad para darle un sentido personal a aquello que lo ha movido. Una línea o una oración, lleva a otra página, a otro libro, a otro autor. Ejemplo de esto es «Variaciones líquidas», un ejercicio en el que Rodríguez narra de ocho formas posibles un mismo fragmento. Lo atractivo de esas ocho formas es que son bajo las voces simuladas de plumas como Gabriel García Márquez, Guillermo Cabrera Infante, José Lezama Lima, Julio Cortázar, Vladimir Nabokov, Raymond Carver, Rómulo Gallegos o James Joyce.

A veces, los libros no son suficientes para encontrar respuestas a las pistas que el lector tiene en sus manos y se propone buscar en los alrededores del libro, en la vida de sus autores, en las entrevistas en las que asoman algunas mentiras disfrazadas de verdades para despistar a esos detectives que buscan dar con «la verdad». Se convierte, entonces, no solo en un detective sino en un arqueólogo, capaz de tirar del hilo, con paciencia y detalle, para encontrarse con algo mucho más grande. Es el caso de «Soluciones elegantes», que retrata una entrevista hecha a Nabokov en la que se le pregunta por qué escribir una novela como Lolita. Nabokov contesta que lo hace por el placer y la dificultad de hacerlo, que él no responde a propósitos sociales ni a ningún tipo de mensaje moral: «Apenas me gusta componer enigmas con soluciones elegantes». Aquí vemos, cómo una simple pregunta puede desencadenar un debate ético y estético que nos obliga a repensar la forma en la que leemos una novela.

Otras veces, cuando la figura del lector le es insuficiente para encontrar respuesta, Rodríguez decide convertirse en un especulador más, en otro que busca construir realidades alternas y codificadas con lo que tiene: se convierte en escritor. Es por eso que en Oficio de lectores encontraremos también lo que Pedro Enrique Rodríguez decidió bautizar como especulaciones narrativas, un grupo de ejercicios de ficción, reflexiones, decálogos y hasta microensayos sobre el complejo arte de narrar y escribir. Este ya no es el lector siguiendo las pistas sino creando las propias para que otros las sigan.

Por último, el libro cierra con un ensayo detectivesco intertextual que cruza una canción de Moby con el concepto teórico de jitanjáforas, propuesto por Alfonso Reyes. ¿El resultado? Reconocer que, en algunas ocasiones, por más que intentemos acercarnos, puede que no sea mucho lo que se pueda resolver, salvo deducir que es mejor dejar en el mero campo de las sensaciones lo que estas encrucijadas puedan producir.

Libros como Oficio de lectores son una guía en el complejo arte de la lectura, textos que funcionan como manuales, compañeros de camino que nos ayudan a saber lo libre y lúdico que puede llegar a ser leer como quien resuelve un enigma que no busca ser resuelto.

 

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