El critico literario Carlos Sandoval comparte su lectura de "Florencio y los pajaritos de Angelina su mujer", libro ganador del PAT 2005
POR: Carlos Sandoval
En 2005, Francisco Massiani –uno de los narradores de más amplio reconocimiento en la literatura venezolana desde 1968, cuando se dio a conocer con su novela, ya canónica, Piedra de mar– sorprendió al jurado de la quinta edición del Premio Anual Transgenérico con un compacto de relatos fresco y ágil, de hondo contenido metafísico y que sin abandonar el trazo de introspección que caracteriza sus textos (construidos en torno de las inseguridades de personajes que buscan acomodo en un mundo que consideran hostil) da cuerpo a una profunda ternura en las acciones de las figuras cristalizadas, notable rasgo que impregna de poesía al volumen.
Así pues, Florencio y los pajaritos de Angelina su mujer recrea el universo de unos seres que se mueven entre el sueño y la imaginación, entre el deseo y la esperanza de hallar el amor que dará propósito a sus vidas o que están conscientes de que acaso anden un poco locos en virtud de su insistente búsqueda en pos del objeto amado o de algo que calme su sed de explicación ante el absurdo de la existencia.
Por supuesto, en este libro se potencian las cualidades estéticas –lenguaje y estructura– en la prosa de Massiani: el calco de una oralidad que identifica un estrato social, la prodigiosa disposición de pequeñas historias trufadas en los argumentos principales y la importancia que los bienes artísticos –la pintura, la música, la literatura– juegan en la construcción simbólica del imaginario de los protagonistas.
La obra
Un brevísimo recorrido nos permitirá reconocer estas bondades.
Integrado por nueve cuentos, Florencio y los pajaritos de Angelina su mujer recala, entre otros, en el motivo de las tensas pero nada melodramáticas relaciones de pareja; también, en los pormenores anejos a las ridículas expectativas forjadas respecto de la construcción de un futuro promisorio y en el de las dificultades que algunos sujetos manifiestan para asumir actitudes convencionales en un planeta donde priman, en contraste, comportamientos desatinados, injustos y sin sentido. Y no podía faltar, por supuesto, ese lugar extraordinario –no solo geográfico– que en la obra de Massiani deviene talismán: París.
Todos los relatos materializan historias donde el amor motoriza el sino de los protagonistas. En algunos casos, como en «Mañana bonita» y «Ladrona de rosa roja», con desplazamientos hacia la tenebrosa zona de las trampas mentales; en otros, asumiendo el cuestionamiento sobre la delicada red que sostiene la pulsión amatoria como parte de la trama que al mismo tiempo involucra una puesta en entredicho de la realidad humana: «Zapato nuevo, zapato solo»; «¿Cuánto falta, Dios mío, para que el mundo helado de quietud se estremezca alguna vez de amor?». El conjunto contiene, asimismo, piezas en las cuales el ardor, el ímpetu agostado se transforma en comprensivo respaldo al compañero de ruta: «Náufragos», «Florencio y los pajaritos de Angelina su mujer». Entretanto, en «Dulce y un domingo en la playa» ya no parece quedar mucho asidero para mantener viva la unión.
Por su parte, los desajustes con el entorno que limita el despliegue de los anhelos (la dictadura del conservadurismo) se nos muestra en el mencionado «Zapato nuevo, zapato solo» y en «A mí me tenía jodido porque ella sabía que yo la amaba».
En relación con París y sus múltiples influjos, la ciudad reina en «Muñeca de madrugada» y hace parte cardinal de «Náufragos».
Otros aspectos destacables del compendio: el humor que, como tenue atmósfera, infiltra las peripecias como mecanismo que revierte el posible tono melancólico o grandilocuente de las anécdotas y neutraliza los lugares comunes. Se trata de una estrategia que forma parte del talante lúdico de toda la obra de Massiani: una de sus más vistosos realizaciones, lo cual da inusitada fluidez a su cosmos fictivo.
Para los jurados de la quinta edición del Premio Anual Transgenérico debió haber sido muy fácil decidir el ganador en aquella oportunidad: Florencio y los pajaritos de Angelina su mujer resulta un trabajo sólido, plástico y de amplias resonancias, que demuestra una profunda conciencia del oficio narrativo y, sin duda, la esplendente poética de un maestro del cuento venezolano.