RESEÑA

El retrato en la colección

Publicado en 2008, la Fundación para la Cultura Urbana celebra los 15 años de esta muestra histórica sobre los retratos de personajes venezolanos que decidieron inmortalizar su tiempo en una foto

POR: Fundación para la Cultura Urbana

El retrato es una forma de mirar al otro, un diálogo sostenido por la imagen entre aquel que mira y ese que habita el instante. Ambas miradas se interpelan y cuestionan (aunque a veces la mirada sea hacia a un punto desconocido). De esta forma se construye una historia, no solamente la que está vinculada a la fotografía tomada, sino a lo que de ella pueda derivar. Esta compilación de retratos venezolanos de la primera mitad del siglo XX, que tiene por nombre El retrato en la colección, publicados por la Fundación para la Cultura Urbana, dan fe de ese diálogo inagotable.

La fotografía de estudio es la punta de lanza de este libro, porque es ella la que trabaja por primera vez los retratos (que vienen profundamente influenciados por la impronta de la pintura, por la forma en que el retratado posaba) y nos muestra el comportamiento del cuerpo, la construcción en el espacio de la foto de lo que podríamos atrevernos a llamar la «mirada fotográfica» que, como se dijo anteriormente, puede darse de frente a la cámara o hacia un punto desconocido. También la sonrisa juega un papel determinante en el concepto del retrato antiguo, porque desde sus inicios no es algo que pueda verse comúnmente. Parafraseando a Mark Twain, la fotografía era un documento tan importante que no había nada más condenatorio para la posteridad que una sonrisa tonta capturada para siempre. Este pensamiento se fue modificando a medida que se hizo más reiterativo el uso de las cámaras, la gente se fue acostumbrando a ellas, ganando confianza frente al lente y, en esa medida, se sintió dispuesta para «entregar» su mejor semblante.

T. A. Gray, Próspero Rey, H.H. González o Navarro y Cia. son algunos de los estudios que marcaron la pauta, retratando a grandes familias, políticos, personajes curiosos y dignos de ser inmortalizados dentro de la sociedad venezolana.

Para Vasco Szinetar, compilador y prologuista de esta edición, el corpus de este libro puede estar compuesto por lo que él llama «capítulos», una forma de delimitar las épocas y sus inquietudes estéticas para poder ver cómo evolucionaba la técnica del retrato. Estos capítulos comienzan en el libro a finales de 1800 con los daguerrotipos de familias y personalidades del momento, para luego, a partir de 1930, incursionar en el retrato político y darnos un registro fidedigno de las élites que gobernaban durante la dictadura, pero también de los jóvenes que luchaban en ese momento por alcanzar la democracia (como la Generación del 27).

A partir de 1940, los retratos parecen construirse de una forma menos rígida, buscando el lado natural del retratado, bien sea en la ciudad, el campo o en espacios cerrados. La búsqueda del arte en lo cotidiano. Estos capítulos culminan con la incursión del retrato a celebridades, modelos y famosos como una forma de potenciar la industria del entrenamiento y el consumo para atraer a las personas: esta es la entrada a la modernidad, de la apertura y de la reinterpretación de cánones que nos muestren la luz en el nuevo camino de la fotografía.

Estas ciento diez imágenes que fueron seleccionadas para El retrato en la colección buscan, de forma cronológica, contar un siglo lleno de particularidades, una época de cambios e innovaciones dentro de Venezuela, para que aquel que mira pueda desentramar con cuidado la historia de un país, que pueda verse reflejado, sin perder detalle de lo que sucede en la imagen, de lo que se esconde frente a sus ojos.

 

 

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Fotografías tomadas del libro El retrato de la colección

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