El óbolo de
Rafael Cadenas

En el marco de la entrega del Premio Cervantes 2022 al presidente vitalicio de la FCU, Rafael Cadenas, compartimos este ensayo que forma parte del folleto «Rafael Cadenas... ¡Simplemente Cadenas!», publicado por la Universidad Católica Andrés Bello, en homenaje al poeta venezolano

POR: Diajanida Hernández

Uno sólo espera de los poetas
un óbolo que nos sirva para el trayecto.
Rafael Cadenas

 

La primera vez que vi a Rafael Cadenas fue en el pasillo de la Escuela de Letras, cuando yo comenzaba la carrera. Por la rampa avanzaba silencioso, sin prisa, vestido como siempre: pantalones de pinza, camisa manga larga de botones, chaleco de bolsillos, todo en tonos ocre, y cargaba su maletín de cuero marrón. Ese, es Rafael Cadenas, me alertó un compañero. En esos primeros días de universidad, los nuevos estudiantes descubríamos los increíbles personajes que habitaban la Escuela. Junto a Cadenas uno se cruzaba con Guillermo Sucre, Adriano González León, Igor Barreto, Eleazar León, Irma Chumaceiro, María Fernanda Palacios, Jaime López Sanz, Michaelle Ascencio o Marco Rodríguez. No sólo era ver allí, en las aulas, a poetas, ensayistas o narradores; se trataba de ver de cerca a las personas que, por ejemplo, promovieron la renovación de la UCV o lucharon contra la dictadura. Creadores que enseñaban, que eran muestra de la acción intelectual. Y creo que redescubrí la noción de generación allí, en mi Escuela.
Para comprender la obra y la vida de Cadenas, hay que, precisamente, ubicarlo en su generación, en lo que ese grupo vivió e hizo como creadores e intelectuales: escribieron, reflexionaron, cuestionaron, participaron y actuaron. Particularmente, Cadenas militó en la izquierda, creyó en la utopía revolucionaria, vivió la cárcel y el exilio. Experiencias que, sumadas a su espíritu pensativo y crítico, lo llevaron a alejarse del dogma, abandonar la militancia partidista y centrarse en defender la libertad y la democracia. En su obra escrita podemos leer ese ánimo de vida.
Aquella imagen de Cadenas caminando lentamente por la rampa de la Escuela de Letras, puede verse como una que revela parte de su personalidad: hombre pausado, discreto, modesto. Incluso inseguro de su propia obra, aún después de haber sabido que obtuvo el Premio Cervantes 2022. «Profe, su obra merece ese premio, es un reconocimiento más que justo», le digo por teléfono. «Gracias –me responde– todavía estoy inseguro [de mi obra], las palabras de los amigos me dan algo de seguridad».
Aunque pueda parecer sorprendente que Cadenas dude de su propia escritura, es algo que está allí, en su poesía y en su reflexión sobre el lenguaje. La duda del que reflexiona, del que cuestiona, del que tiene conciencia del poder y el lugar de la palabra. «Nunca he sabido de palabras/ tanto como quise», escribe en un poema de Gestiones, que es una reflexión sobre su oficio, un diálogo con la poética y una declaración política. Pero esa vacilación es producto de la constante indagación, de las preguntas, de la búsqueda de contraste. Más que certezas, en su escritura Cadenas construye el camino de la búsqueda. Y sabe que ese camino es uno que comienza, pero no tiene fin. Se va transformando, sí. Hierve. Es movimiento.
Ese trabajo con la palabra es arduo y esquivo, debe salir tras ella, más allá de los mejores diccionarios que el dinero pueda comprar. La poesía opera en el terreno en el que los significados se ensanchan y enriquecen, en el campo de la precisión de la forma del decir. «Piezas que se alinean / con ahogo». Pero la preocupación por el lenguaje en Cadenas no solo tiene relación con la búsqueda estética (de estilo) que toda poesía brega, tiene que ver con un asunto ético. Allí está su etymon espiritual. El lenguaje es expresión del espíritu y de la ciudadanía, su empobrecimiento es una amenaza al individuo, a la sociedad, a la cultura. Como señala Luis Miguel Isava, esa percepción, esa aguda conciencia «modula su obra tanto en sus reflexiones como en su escritura poética». Por ello es fundamental la estrofa final del poema que he citado: «No quiero estilo, / sino honradez». Aquí la declaración política: puedo renunciar al estilo, no así a la integridad en el obrar, a la ética.
Y ese es el valioso óbolo que nos da Cadenas para el trayecto, una ética cimentada en la conciencia del lenguaje, en la humilde sabiduría, que aboga por la libertad, el cultivo del espíritu y que no busca dogmatismos.

***
Nunca he sabido de palabras
tanto como quise.
Relegadas en un tiempo,
no me buscan.
Yo también tengo, Auden,
the best dictionaries that money can buy.
Piezas que se alinean
con ahogo.
Nuestra vida es ardua,
queda atrás,
hierve.
No quiero estilo,
sino honradez.

 

Para leer el folleto completo Rafael Cadenas… ¡Simplemente Cadenas!, haga click aquí.

Diajanida Hernández
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